Rescatar es
recuperar del pasado algo perdido. Volver al presente algo valioso
que justifique la enorme labor de la búsqueda.
Un tiempo dedicado
a una tarea que tal vez lleve años, décadas y también lo más
difícil del tiempo, la incertidumbre, que hará de la espera un acto
de fe.
¿Cómo es volver a
la vida un tesoro inasible y efímero como un sueño? ¿De qué
herramientas nos valemos?
La mayor de las
veces apenas si intuimos estar cerca de un montoncito de alegría
que podría parecérsele. Al sueño, a mi sueño personal.
Sin
embargo, en algún lugar del fondo de nuestro Ser está, sabemos que
existe, sabemos que nos está esperando.
Y para sorpresa
descubrimos que mucho de lo que se manifestara cuando un sueño se
cumpliera, está ligado a las impresiones de la infancia. A esas
instancias de puro juego, de dicha, de no-tiempo.
Hay quienes dicen
que los niños hasta los dos años viven en un paraíso. Basta hacer
presente la carcajada de un bebé para no dudar que la felicidad es
posible. Que está siendo posible.
Allí están ellos,
nuestras bocanadas de aire fresco, regalando espacios de juego donde
, valga la redundancia, no se puede hacer otra cosa que jugar.
Perder
el tiempo para recuperarlo.
Vivir en el mundo
que soñamos sería solo una cuestión de tiempo. De brindarnos
posibilidades de encuentro para celebrar, para descubrirnos
queriendo lo mismo y trabajando por ello.
Porque entre lo que
soñamos y nuestra realidad, solo dista un puente pequeño, que
cuando lo podamos transitar, todos los caminos serán nuestros.
Pilar
Llambías Directora artística y general